Si he utilizado este título es porque a menudo se cae en torpes argumentos cargados de teología, emotivismo moral y conservadurismo para deslegitimar la decisión de interrumpir el embarazo. En el debate sobre el aborto, por el contrario, se debe recurrir a las disciplinas adecuadas para ello: la ética y la ciencia. Ética en tanto que disciplina que regula las actuaciones de los seres humanos; científica por su componente médico y biológico.
Argumento primero: Sobre el derecho de elección de la madre. No hay interpretaciones posibles con esto: la derecha y la Iglesia niega directamente que la mujer pueda elegir lo que pasa dentro de su propio cuerpo. Es muy tradicional que estos sectores postulen lo que debe hacer y cómo debe actuar la mujer. En el siglo XXI ya, sin embargo, parece necesario que la mujer tenga derecho a decidir cómo y cuando vivir su maternidad. No digo con esto que la decisión sea tomada a la ligera, y reconozco que hay mujeres que abusan de la posibilidad del aborto, pero no podemos legislar en base a pocos casos concretos, sino en cuanto a la maximización del bienestar de la mujer en el grueso de la población.
Argumento segundo: Sobre el sufrimiento del feto. Un feto en los primeros meses de su desarrollo (y recuerdo que la legislación actual de rige por los plazos, es decir que hay un límite en el tiempo para realizarlo) no tiene el sistema nervioso en absoluto desarrollado, este no es pleno hasta el quinto mes de embarazo de hecho. El desarrollo del sistema nervioso va parejo a la capacidad de sufrimiento de un ser y lo cierto es que un feto apenas sufre pues no está capacitado para ello. El análisis que postula que el feto tiene igual capacidad de sufrimiento que un bebé, un niño o incluso una persona adulta es por esto totalmente falaz.
Argumento tercero: Sobre la potencialidad de la vida del feto. Se habla del argumento metafísico de Aristóteles según el cual hay dos estadios en los entes: el ser en acto y el ser en potencia. Esto significa que hay una manera de ser en el momento, aquí y ahora, por decirlo de algún modo y otra que es la capacidad de llegar a ser. De tal modo que el feto puede llegar a ser una persona y en eso debe basarse el argumento sobre su dignidad implícita. Pero como bien digo este argumento es una cuestión metafísica que sirve para salvar la distancia entre el ser y no-ser que había planteado Parménides. No podemos basarnos en una cuestión metafísica para atribuir dignidad intrínseca a un ente que por el momento, como dije antes, no es una persona y ni siquiera un ser con capacidad de sufrimiento.